A principios de la época del romanticismo entre los siglos XVII y XVIII surgió la Regencia Inglesa, esta época fue caracterizada por la política, cultura y modas distintas. En medio de este movimiento la moda fue a la par con todos los cambios que se dieron. Durante estos años, Londres se consolidó como polo de atracción. La clase de alta sociedad se había gestado un “calendario social”, dividían su año entre la vida social en Londres (o Edimburgo o Dublín) y las temporadas de caza en sus residencias rurales. Las grandes poblaciones y capitales de provincias disponían de salones de reuniones y teatros para una próspera clase media. Las reuniones sociales proporcionaban a los jóvenes la oportunidad de lucir su físico y sus mejores galas con el fin de lograr una buena boda.
En está elegante velada de 1817 en Bristol, las jóvenes optaron por estilismos relativamente sencillos: vestidos claros de línea imperio con escotes bajo y amplio, mangas cortas abullonadas, guantes, abanicos y discretos tocados florales. Recientemente había empezado a llevarse los vestidos más cortos y los bajos con volantes, las telas vaporosas como muselinas y gasas y los vestidos de satén con sobrepuestos de tul. Las casadas y las señoras maduras llevaban colores más oscuros y tocados caprichosos. Los hombres lucían fracs de largos faldones, cuellos altos y pañuelos de cuello de estilo corbata. La forma de vestirse entre los varones variaba, unos usaban calzón hasta las rodillas con medias de seda, otros vestía en pantalones de corte holgado.
